sábado, 17 de enero de 2009

El deterioro de la calidad de vida mental y física por el trastorno bipolar

La peor calidad de vida física podría ser consecuencia del uso del alcohol y del tabaco y de los efectos del tratamiento.

El trastorno bipolar conlleva una peor calidad de vida tanto mental como física, incluso en los períodos de normalidad, según concluyen los resultados de un estudio realizado en el Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada y la Unidad de Salud Mental del Hospital Neurotraumatológico de Jaén que han sido publicados en la revista The American Journal of Psichiatry, órgano oficial de la Asociación Americana de Psiquiatría.

El estudio, diseñado para evaluar la calidad de vida de los pacientes que sufren este tipo de trastorno, fue llevado a cabo con 108 pacientes y un grupo comparativo formado por 1.210 personas procedentes de una muestra de población general.

Dentro del grupo de pacientes, 48 de ellos se encontraban eutímicos, es decir, sin síntomas activos de la enfermedad; los 60 restantes (no eutímicos) presentaban síntomas relevantes en el momento de la evaluación.

El trastorno bipolar, conocido tradicionalmente como psicosis maníaco-depresiva, afecta aproximadamente a 3 de cada 100 personas y se caracteriza por la alternancia de episodios recurrentes de depresión (fases depresivas) y de períodos de gran euforia (fases maníacas). El afectado oscila intensamente (generalmente en semanas o meses) entre la alegría y la tristeza, además de gozar de otros periodos de normalidad (eutimia).

Atendiendo a los resultados, los investigadores señalaron que la peor calidad de vida física podría ser el resultado, cuando menos parcialmente, de un mayor uso de sustancias adictivas como alcohol y el tabaco, los efectos secundarios del tratamiento farmacológico a largo plazo y un estilo de vida más sedentario.

Además, señalaron que los pacientes que sufren una peor calidad de vida mental son quieres comenzaron a sufrir la enfermedad antes de los 20 años, quienes llevan más tiempo sufriéndola, quienes padecen el subtipo II de la enfermedad, quienes presentan dependencia del tabaco y quienes en el presente sufren síntomas depresivos. A su vez, los investigadores granadinos demostraron que tener un alto apoyo social (de la familia, por ejemplo) está asociado a una mejor calidad de vida en el paciente.

Otro de los aspectos revelado por el trabajo es que los síntomas depresivos (tristeza, apatía, cansancio, dificultad de concentración, insomnio, falta de apetito, etc.) afectan a la calidad de vida más que los síntomas maníacos (autoestima exagerada, desinhibición, verborrea, hiperactividad, aumento del apetito sexual), y que también producen más discapacidad o repercusión negativa en la capacidad para trabajar y para la vida familiar y social. En este sentido, explicaron que probablemente se deba a que los síntomas maníacos son más breves en el tiempo y responden bien a la medicación, mientras que los depresivos suelen ser más difíciles de eliminar por completo.

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