sábado, 17 de enero de 2009

El lado positivo de la Depresión

Antes de la aparición de "Joe, el plomero", flamante celebridad de la campaña presidencial de Estados Unidos, ya habíamos tenido al "plomero polaco", estrella del referéndum francés de 2005, que logró que la tan anunciada Constitución de la Unión Europea (UE) se fuera por los caños.

El plomero Jozef (aunque en realidad no tuvo nombre propio) era el mítico trabajador polaco que iba a aprovechar la integración europea para mudarse a Francia y robar empleos. Mais non! Una mayoría del 55% de los franceses se encargó de que no sucediera.

No estoy muy seguro del efecto que pueda tener Joe Wurzelbacher, de Ohio, en las elecciones de Estados Unidos, pero ahora hay algo que sabemos a ciencia cierta: no hace falta ser plomero matriculado para volverse famoso.

Con el tiempo, serán los departamentos de sociología de la Sorbona o de Stanford los que se ocuparán de este tema de plomería franco-estadounidense. Mientras tanto, llegó la hora de que cada uno empiece a sacar el plomero que lleva dentro.

Yo al mío lo tengo reprimido. Pero un grito ahogado desde lo más profundo de mi psiquis me dice que ahora hacer dinero con pedazos de papel ha pasado de moda y que hacer dinero haciendo cosas (como arreglar las cañerías) está de vuelta, esta invasión de plomeros refleja un movimiento de regreso a lo básico.

Los derivados y los seguros contra default son un bajón. Así que he decidido ver el lado positivo de la Depresión.

Uno quizás hasta pueda disfrutar de una fiesta en Nueva York sin que nadie mencione el creciente valor de su propiedad. La fiebre del BlackBerry, otro obstáculo para disfrutar de la velada, también debería calmarse.

Se pondrán de moda los consejos útiles sobre cómo utilizar el saquito de té dos veces, dónde comprar una caja fuerte económica y cómo criar pollos en el dormitorio.

Quizás hasta la cortesía volverá a estar de moda cuando descubramos nuestra humanidad compartida en la fila para comprar comida: ya nadie ocupará tres asientos en el subterráneo. El nuevo homeless look será un furor, y con tanto tiempo entre manos la gente incluso volverá a leer los diarios. Habrá más lugar en los aviones y menos miradas sobradoras de viajeros frecuentes de primera clase.

Es hora de aceptarlo: las pesadillas (la guerra, el totalitarismo y la desaparición de los planes de jubilación) son un excelente tema de conversación.

Cuando el comunismo se derrumbó en Europa, cientos de millones de personas abrazaron la libertad, pero lamentaron la muerte de un discurso interesante.

El ingenio adora la adversidad. Escucharemos más risas, mejor música, y menos frases de Sarah Palin. Pero no me hagan engranar. Peggy Noonan ya dijo todo lo que hay que decir de Palin en The Wall Street Journal : "No es que piense en voz alta. Ella simplemente...dice las cosas."

Ese es el american way , decir las cosas. En la Unión Soviética (y recordemos que ese tipo de capitalismo monopólico del Estado que hoy promueve Henry Paulson era para Marx la última etapa en el camino hacia el paraíso obrero) hacían chistes sobre las diferencias entre la Constitución de Estados Unidos y la soviética. La respuesta: las dos garantizan la libertad de expresión, pero la de Estados Unidos también garantiza la libertad después de expresarse. O lo hacía antes de que Dick Cheney la ?retocara? para la era posterior al 11 de Septiembre.

Le pedí a Jy Murphy, un actor amigo mío, que pensara las posibles ventajas de la Depresión. Me envió lo siguiente: "La gente podrá dejar de preocuparse por la bolsa y pasar más tiempo muriéndose de hambre con su familia. Es probable que también haga bajar el índice nacional de obesidad. Cada vez más gente utilizará el transporte masivo, como los vagones de carga de los trenes. Y cuando la Depresión termine, ¡estaremos listos para ganar otra guerra mundial!".
Fuente lanacion.

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