jueves, 26 de noviembre de 2009

Episodios depresivos

Episodios depresivos

Cuando esta manera oscura y dolorosa de ver el mundo se mantiene por lo menos durante dos semanas, se habla de un episodio depresivo. Puede tener funestas consecuencias, y por esta razón, es conveniente recibir ayuda especializada lo antes posible.

La persona presenta algunas conductas muy precisas:

Pierde el interés en casi todas las actividades usuales, y en lo que antes le ocasionaba placer.
Dice estar triste, desesperanzado, desanimado. A menudo recurre a expresiones como "me siento dentro de un hoyo", o "creo que toqué fondo".
Hay trastornos del apetito, generalmente por disminución del mismo, con significativa pérdida de peso. Otras personas muestran un aumento del apetito y del peso. En el caso de los niños, tienden a dejar de comer, estancándose en su desarrollo.
Son comunes los trastornos del sueño: dificultad para quedarse dormido, sueño interrumpido, o demasiado sueño (hipersomnio).
El aspecto sicomotor sufre alteraciones: hay agitación, incapacidad para permanecer tranquilo, estallidos de quejas o gritos. En el otro extremo de esta actitud, hay lentificación sicomotora, que se traduce en un hablar pausado, y movimientos corporales lentos. En los niños se observa una importante disminución de la actividad.
Casi invariablemente decae la energía. La persona experimenta una fatiga constante: hasta la más pequeña tarea puede parecer difícil o imposible de lograr.
A esto se agregan sentimientos de minusvalía: e individuo cree que todo lo ha hecho mal, y recuerda sus errores magnificándolos. Se reprocha incluso mínimos detalles, y busca en el ambiente cualquier signo que refuerce esa idea de que él no vale nada. Hay sentimientos de culpa, igualmente exagerados, sobre situaciones presentes o pasadas.
Es frecuente que la persona tenga dificultad para concentrarse y que le cueste tomar decisiones, o recordar nítidamente algunos eventos.
Se presentan pensamientos constantes sobre la muerte, que incluso llevan a elaborar ideas suicidas. Puede sentir miedo de morir, pero está convencido de que él y los demás estarían mejor si falleciera.
Asociado a la depresión está el llanto frecuente, con sentimientos de angustia, irritabilidad, mal genio, preocupación excesiva por la salud física, ataques de pánico y fobias.

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