Fernando Chacón-Fuertesa
, José Ramón Fernández-Hermidab
, Mª Paz García-Veraa
aUniversidad Complutense de Madrid, España.
bUniversidad de Oviedo, España.
Desde comienzos de marzo de 2020 en España se está viviendo una
situación sanitaria y social completamente inédita producida por la
pandemia de la COVID-19. En la segunda mitad del siglo XX y en lo que
llevamos del siglo XXI ha habido otras pandemias en Europa (Huremovic, 2019), pero ninguna ha tenido la extensión y las implicaciones sociales de la actual.
Las epidemias y pandemias infecciosas parecen fenómenos que tienen
que interesar únicamente a biólogos y a un buen número de especialidades
médicas, pero no a científicos del comportamiento como, por ejemplo,
los psicólogos. El fantástico y exitoso desarrollo de vacunas y
tratamientos para reducir la prevalencia de enfermedades infecciosas muy
letales, que han convivido con los seres humanos durante siglos, puede
ser una de las razones de esta forma de pensar. Sin embargo, la realidad
nos da otra perspectiva. Como en el caso de la COVID-19, las pandemias
se inician porque la población carece de inmunidad contra un patógeno
nuevo, reemergente o creado deliberadamente (Morens, 2008),
que genera una enfermedad, para la que normalmente no hay una vacuna,
que tardará meses o años en desarrollarse. Aunque los mecanismos que
originan la enfermedad pandémica son sin duda biológicos, en ausencia de
una vacuna o un tratamiento efectivo, las estrategias principales que
hay que desplegar para combatir con eficacia la pandemia y sus efectos
psicológicos sobre las personas no lo son (Taylor, 2019a).
En este trabajo queremos hacer una breve revisión de las acciones
desarrolladas por la organización colegial de la Psicología española
como consecuencia de la extensión de la COVID-19. Por esa razón, vamos a
dejar de lado la importancia que debería tener la Psicología en la
prevención primaria dentro de los departamentos de salud pública que se
encargan de arbitrar los medios para combatir la enfermedad epidémica.
Sin embargo, no queremos dejar de resaltar que resulta paradójico que
medidas dirigidas a la población, tales como el ajuste adecuado de la
percepción de riesgo, el desarrollo de hábitos higiénicos o el
mantenimiento de un distanciamiento social, entre otras, que tienen un
indudable carácter psicológico, se hayan planificado y desarrollado sin
el concurso de psicólogos expertos.
Mas info en:
https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1130-52742020000200009