Las enfermedades psicosomáticas, o trastornos psicofisiológicos, son aquellas en que hay presente una evidencia de sintomatología física y en la que los estados psicológicos son determinantes en el curso del problema.
Es habitual que las personas que las sufren tengan que peregrinar de un especialista a otro y pasar por numerosas pruebas médicas; para determinar a qué se deben sus dolores de cabeza, sus molestias estomacales o musculares.
La conclusión finalmente suele ser la misma, no hay una causa física clara a la que atribuir esa sintomatología; se suelen recetar medicamentos paliativos y se aconseja disminuir el nivel de estrés. Esto suele resultar bastante frustrante para el paciente, si no hay una causa orgánica no hay un tratamiento claro y tampoco un final para los síntomas que suelen reaparecer de forma cíclica y persistente, lo que influye claramente en su calidad de vida. Personas diagnosticadas con cefaleas tensionales, migrañas o síndrome de colon irritable, se sentirán identificadas.
A lo largo de la historia del hombre siempre se ha creído que existía una relación entre las emociones y la salud, en muchos casos no eran más que suposiciones, avaladas por datos. A finales del siglo XIX se empiezan a realizar estudios para buscar una relación entre lo psíquico y lo somático. Sin embargo las primeras investigaciones rigurosas no se realizan hasta la década de los 40; en esta época el punto de partida de estas investigaciones es ver cómo las emociones y la personalidad pueden influir sobre las funciones psicológicas y contribuir a la aparición o empeoramiento de numerosos trastornos físicos. Varios trabajos intentan establecer relaciones entre determinadas características de personalidad y algunos trastornos; hoy en día estos estudios han perdido credibilidad.
Las aportaciones más importantes se dan a partir de los años 60, en gran parte debido al cambio del concepto de salud; se entiende por salud una mayor calidad de vida y se empieza a investigar para buscar la prevención de la enfermedad. Esto facilita que surjan investigaciones sobre cuáles son los factores que contribuyen a la aparición de patologías para poder prevenir su aparición, entre esos factores se le empieza a dar gran relevancia a los psicológicos.
Los nuevos modelos de evaluación y tratamiento del estrés aparecidos en la década de los 90, no dejan lugar a dudas sobre la influencia de las variables psicológicas y de determinadas emociones (ansiedad, estrés, depresión) en los trastornos psicofisiológicos.
De estos modelos se han derivado varias vías de tratamiento para las enfermedades psicosomáticas: por un lado se trabaja para que la respuesta de ansiedad o estrés no se dispare con tanta facilidad y también se dota de otras estrategias para enfrentarse a situaciones de estrés de forma más efectiva. Al margen de la ayuda que pueden ofrecer los medicamentos, que pueden paliar los síntomas, se trata de ofrecer mecanismos para que los pacientes puedan manejar sus síntomas de otro modo. Es importante valorar las circunstancias personales y las dificultades de cada uno para trabajar aquellos aspectos que puedan devolverles la calidad de vida y el bienestar
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