Hace años el actor Michael Duglas dio a conocer al mundo la adicción al sexo, luego de que se dijera por todos lados que no podía dejar de tener relaciones, al finalizar la filmación de Bajos Instintos. También se lo está diciendo de David Duchovny y Robert Downey Jr. El problema con esto es que… la adicción al sexo es un mito.
El concepto de ser adicto al sexo no es más que un invento de las clínicas privadas y de los medios. No hay ningún estudio científico que pruebe que se puede ser adicto al sexo, ni se reconoce como oficial en psicología o psiquiatría un diagnóstico semejante. Pero se ha puesto de moda describir las tendencias sexuales compulsivas o no típicas, como una adicción.
Uno de los principales problemas, es que hay sociedades en las que no se aceptan comportamientos sexuales fuera de la norma “hacer el amor en pareja”. Y se tiende a medicar a quienes se alejan de esa norma, y creen que están mal por que les gusta mucho el sexo.
El especialista en adicciones Philip Hopley, doctor del Priory Hospital, en Londres, dijo que “la mayor preocupación es cuando los problemas relacionados con el sexo se etiqueta como adicción cuando de hecho es un problema con el control del impulso. ¿Qué constituye un sexo normal, promedio o saludable? No hay un límite recomendado para los adultos como, por ejemplo, con el alcohol”.
El psiquiatra Phillip Hodson apunta que la idea de tener una adicción a los instintos naturales es problemático. Dice: “La excusa, por supuesto, es que la naturaleza quiere que tengamos sexo para hacer bebés y no se preocupa por racionar ese instinto. Es lo mismo con comer. Uno no puede realmente ser adicto a los instintos naturales. ¿Cual es la cura? ¿Dejar de procrearse o de alimentarse?”
Y aclara que en vez de adicción habría que hablar de manía o compulsividad. Pero, claro, maníaco sexual no suena igual en los medios. No se puede decir eso de Michael Duglas.
El problema es que se ha hecho tan mediático el término, que la gente acude al especialista diciendo que tienen adicción al sexo, cuando lo más probable sea que tienen algún problema de obsesión, o que son obsesivos compulsivos, o simplemente tiene problemas de carácter.
El concepto de ser adicto al sexo no es más que un invento de las clínicas privadas y de los medios. No hay ningún estudio científico que pruebe que se puede ser adicto al sexo, ni se reconoce como oficial en psicología o psiquiatría un diagnóstico semejante. Pero se ha puesto de moda describir las tendencias sexuales compulsivas o no típicas, como una adicción.
Uno de los principales problemas, es que hay sociedades en las que no se aceptan comportamientos sexuales fuera de la norma “hacer el amor en pareja”. Y se tiende a medicar a quienes se alejan de esa norma, y creen que están mal por que les gusta mucho el sexo.
El especialista en adicciones Philip Hopley, doctor del Priory Hospital, en Londres, dijo que “la mayor preocupación es cuando los problemas relacionados con el sexo se etiqueta como adicción cuando de hecho es un problema con el control del impulso. ¿Qué constituye un sexo normal, promedio o saludable? No hay un límite recomendado para los adultos como, por ejemplo, con el alcohol”.
El psiquiatra Phillip Hodson apunta que la idea de tener una adicción a los instintos naturales es problemático. Dice: “La excusa, por supuesto, es que la naturaleza quiere que tengamos sexo para hacer bebés y no se preocupa por racionar ese instinto. Es lo mismo con comer. Uno no puede realmente ser adicto a los instintos naturales. ¿Cual es la cura? ¿Dejar de procrearse o de alimentarse?”
Y aclara que en vez de adicción habría que hablar de manía o compulsividad. Pero, claro, maníaco sexual no suena igual en los medios. No se puede decir eso de Michael Duglas.
El problema es que se ha hecho tan mediático el término, que la gente acude al especialista diciendo que tienen adicción al sexo, cuando lo más probable sea que tienen algún problema de obsesión, o que son obsesivos compulsivos, o simplemente tiene problemas de carácter.