Con los altos índices de divorcio y la gran cantidad de gente que se casa más de una vez, a uno le hace duda si el ser humano puede darse una idea de lo que es el amor a largo plazo. En un estudio reciente, se analizó la forma en que se ven las parejas entre sí cuando están de novios y luego cuando están casados. El problema es que siempre pensamos en nosotros mismos, incluso cuando pensamos en otros.
El estudio fue publicado en Psychological Science, y fue realizado por psicólogos de la Universidad Northwestern liderados por Daniel Molden.
Para la investigación realizaron un cuestionario entre 92 parejas de novios y 77 de casados. Se les pidió que respondieran preguntas sobre qué tan satisfactoria era la relación. Y sin sorpresas, el matrimonio cambia mucho todo, según los encuestados.
Todos los encuestados respondieron que la mejor pareja es aquel que se preocupa por el otro y que saca lo mejor de su pareja. Pero eso sólo se transforma en un matrimonio feliz cuando las parejas aceptan un compromiso real y ayudan en las obligaciones del día a día de la vida de pareja.
O sea lo principal es no enfocarse en el “yo” y pensar más en el “nosotros”. Todo aquel que haya tenido que levantar la ropa sucia de su pareja del suelo, sabe que es verdad.
Lo que sobresale del estudio es que la satisfacción dentro de cualquier pareja está basada en la percepción más que en hechos concretos. En ello reposa la fricción no sólo del amor, sino de vivir con alguien en términos íntimos.
En el estudio los autores se centraron en la percepción que los sujetos tenían del otro, no en la realidad de la situación. Si percibimos que nuestra novia nos apoya, somos felices. Si percibimos que nuestra esposa o esposo está comprometido con la familia, somos más felices.
Pero los investigadores apuntan al cambio en el enfoque de la percepción que se centra en nosotros mismos o en la pareja, como un indicador de un buen o mal matrimonio. El problema real con el amor es el proyectar cualquier cosa sobre otra persona, no importa el enfoque.
El ser humano suele pensar que es muy bueno conociendo a otros, pero la verdad es que nuestras proyecciones se meten en medio cuando queremos conocer realmente a alguien.
Como criaturas interesadas en nosotros mismos, criaturas absorbentes, nuestros propios pensamientos, sentimientos, necesidades y metas aparecen siempre primero, y eso a veces significa engañarnos a nosotros mismos pensando que somos el centro de los pensamientos de otra gente, cuando el hecho es que ellos también están pensando en sí mismos.
Así es que la gente no se conoce realmente, y sólo llega a hacerlo cuando está en un estado de intimidad total, que da la convivencia. Por eso muchos matrimonios terminan fracasando. Cuando el enamoramiento se va, y ven que la persona que tienen al lado no es como se imaginaban, comienzan los problemas.
El estudio fue publicado en Psychological Science, y fue realizado por psicólogos de la Universidad Northwestern liderados por Daniel Molden.
Para la investigación realizaron un cuestionario entre 92 parejas de novios y 77 de casados. Se les pidió que respondieran preguntas sobre qué tan satisfactoria era la relación. Y sin sorpresas, el matrimonio cambia mucho todo, según los encuestados.
Todos los encuestados respondieron que la mejor pareja es aquel que se preocupa por el otro y que saca lo mejor de su pareja. Pero eso sólo se transforma en un matrimonio feliz cuando las parejas aceptan un compromiso real y ayudan en las obligaciones del día a día de la vida de pareja.
O sea lo principal es no enfocarse en el “yo” y pensar más en el “nosotros”. Todo aquel que haya tenido que levantar la ropa sucia de su pareja del suelo, sabe que es verdad.
Lo que sobresale del estudio es que la satisfacción dentro de cualquier pareja está basada en la percepción más que en hechos concretos. En ello reposa la fricción no sólo del amor, sino de vivir con alguien en términos íntimos.
En el estudio los autores se centraron en la percepción que los sujetos tenían del otro, no en la realidad de la situación. Si percibimos que nuestra novia nos apoya, somos felices. Si percibimos que nuestra esposa o esposo está comprometido con la familia, somos más felices.
Pero los investigadores apuntan al cambio en el enfoque de la percepción que se centra en nosotros mismos o en la pareja, como un indicador de un buen o mal matrimonio. El problema real con el amor es el proyectar cualquier cosa sobre otra persona, no importa el enfoque.
El ser humano suele pensar que es muy bueno conociendo a otros, pero la verdad es que nuestras proyecciones se meten en medio cuando queremos conocer realmente a alguien.
Como criaturas interesadas en nosotros mismos, criaturas absorbentes, nuestros propios pensamientos, sentimientos, necesidades y metas aparecen siempre primero, y eso a veces significa engañarnos a nosotros mismos pensando que somos el centro de los pensamientos de otra gente, cuando el hecho es que ellos también están pensando en sí mismos.
Así es que la gente no se conoce realmente, y sólo llega a hacerlo cuando está en un estado de intimidad total, que da la convivencia. Por eso muchos matrimonios terminan fracasando. Cuando el enamoramiento se va, y ven que la persona que tienen al lado no es como se imaginaban, comienzan los problemas.
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