1. Antes de los dos meses, los bebés se consideran uno con el mundo y responden del mismo modo ante cualquier persona.
2. Hacia las ocho a doce semanas aparecen las primeras señales de cariño: lloran, sonríen y balbucean más ante la madre que ante otra persona.
3. A los 6 o 7 meses empiezan a mostrar ansiedad ante los extraños y buscan a su madre para que les dé seguridad.
4. Hacia los 9 o 10 meses suele aparecer la ansiedad de separación, que perdura hasta los 2 o 3 años. Forma parte del desarrollo normal del niño y sucede porque ya es plenamente consciente de que es un ser independiente y separado de su madre y el mundo.
5. Durante el periodo que va de los 10 a los 18 meses la principal actividad de los niños consiste en explorar el mundo. Pero esta exploración implica también inseguridad; puede sentir miedo y verse amenazado por el ambiente que le rodea. Por eso, antes de adentrarse en el mundo, necesita saber que hay alguien que lo protege y a quien puede recurrir en caso de necesidad y que le dará su apoyo y consuelo. Por tanto, si el proceso no ha sido adecuado, pueden tener problemas a la hora de lanzarse a descubrir el mundo. La unión con la madre se manifiesta aquí en forma de continuas comprobaciones para asegurarse de que está cerca, entrelazadas con constantes incursiones y exploraciones del ambiente. Este dilema (permanecer junto a la madre frente a explorar) también puede dar lugar a conductas contradictorias. El niño puede seguir a sus padres como una sombra y pegarse a ellos como una lapa y más tarde salir disparado como una flecha tanto alejándose de ellos como en su busca..
II. Niños: aprendiendo a amar.
Aunque todos nacemos con la capacidad para amar, tenemos que aprender la forma adecuada de hacerlo. Este aprendizaje comienza en la infancia, con nuestros padres, y se extiende durante toda la vida.
Para estudiar los lazos de amor entre madre e hijo, se ha recurrido a observar el comportamiento de los niños al ser separados de ella a una edad en la que todavía existe esa ansiedad de separación de la que antes hablamos.
La forma de reaccionar ante la separación puede ser diferente según el niño: algunos lloran y se agarran a sus padres; otros se "retiran del mundo" hasta que sus padres vuelven; otros protestan y se enfadan. Aunque en ese momento este comportamiento pueda resultar molesto, a esta edad es una prueba de que el proceso de vinculación ha sido adecuado.
2. Hacia las ocho a doce semanas aparecen las primeras señales de cariño: lloran, sonríen y balbucean más ante la madre que ante otra persona.
3. A los 6 o 7 meses empiezan a mostrar ansiedad ante los extraños y buscan a su madre para que les dé seguridad.
4. Hacia los 9 o 10 meses suele aparecer la ansiedad de separación, que perdura hasta los 2 o 3 años. Forma parte del desarrollo normal del niño y sucede porque ya es plenamente consciente de que es un ser independiente y separado de su madre y el mundo.
5. Durante el periodo que va de los 10 a los 18 meses la principal actividad de los niños consiste en explorar el mundo. Pero esta exploración implica también inseguridad; puede sentir miedo y verse amenazado por el ambiente que le rodea. Por eso, antes de adentrarse en el mundo, necesita saber que hay alguien que lo protege y a quien puede recurrir en caso de necesidad y que le dará su apoyo y consuelo. Por tanto, si el proceso no ha sido adecuado, pueden tener problemas a la hora de lanzarse a descubrir el mundo. La unión con la madre se manifiesta aquí en forma de continuas comprobaciones para asegurarse de que está cerca, entrelazadas con constantes incursiones y exploraciones del ambiente. Este dilema (permanecer junto a la madre frente a explorar) también puede dar lugar a conductas contradictorias. El niño puede seguir a sus padres como una sombra y pegarse a ellos como una lapa y más tarde salir disparado como una flecha tanto alejándose de ellos como en su busca..
II. Niños: aprendiendo a amar.
Aunque todos nacemos con la capacidad para amar, tenemos que aprender la forma adecuada de hacerlo. Este aprendizaje comienza en la infancia, con nuestros padres, y se extiende durante toda la vida.
Para estudiar los lazos de amor entre madre e hijo, se ha recurrido a observar el comportamiento de los niños al ser separados de ella a una edad en la que todavía existe esa ansiedad de separación de la que antes hablamos.
La forma de reaccionar ante la separación puede ser diferente según el niño: algunos lloran y se agarran a sus padres; otros se "retiran del mundo" hasta que sus padres vuelven; otros protestan y se enfadan. Aunque en ese momento este comportamiento pueda resultar molesto, a esta edad es una prueba de que el proceso de vinculación ha sido adecuado.
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