martes, 31 de marzo de 2009

Vínculo afectivo ansioso-ambivalente.

El amor-odio

Las personas con este tipo de vinculación suelen manifestar emociones más intensas, tanto positivas como negativas: más celos, más pasión y mayor deseo de fundirse con la pareja, siendo más proclives a los extremos emocionales. Tienen un gran deseo de proximidad y sienten gran ansiedad ante la posibilidad de un rechazo. Son conscientes de que desean intimidad en un grado mayor que la mayoría de la gente y piensan que esto a veces asusta a los demás. A menudo les preocupa que sus parejas no los quieran realmente. No se dan a conocer fácilmente y suelen tener bastantes dudas sobre sí mismos. Piensan que es fácil enamorarse y que hay pocas personas que deseen comprometerse tanto como ellos. Tienen más probabilidades que los demás de afirmar que en sus relaciones hay menos amor, compromiso y respeto mutuo. Sienten más rabia y hostilidad hacia sus parejas después de un conflicto.

Cuando no se olvida

Los ambivalentes tienden a estar confusos acerca del impacto de sus relaciones afectivas en la infancia y sus relaciones actuales con sus padres están marcadas por rabia continua o por intentos de complacerles, estando aún atrapados en los problemas que tuvieron con sus padres durante la infancia. Suelen enfadarse cuando hablan de dichas relaciones y sus recuerdos son contradictorios. Dan la impresión de tener algún conflicto sin resolver con sus padres.

Estabilidad y cambios en el estilo de vinculación: cuando el tiempo pasa.

El grupo seguro es el más estable. Sin embargo, un estudio realizado mostró que los seguros que habían roto con su pareja tenían más probabilidades de considerarse inseguros cuatro años más tarde.

Con el tiempo, los dos miembros de la pareja se van sintiendo menos preocupados en los temas relacionados con el amor, de forma que cuanto más tiempo están juntos menos ansiedad sienten respecto a su relación. Ambos se vuelven también más similares entre ellos respecto a su tipo de vinculación y también pueden cambiar, a través de sus diversas experiencias, los estilos aprendidos en la infancia. Por ejemplo, si una persona que comienza una nueva relación con un estilo seguro se encuentra con una pareja que no le da suficiente apoyo, de quien no obtiene el grado de intimidad que necesita o que la rechaza, puede ir volviéndose más insegura en su relación conforme pasa el tiempo. De modo inverso, si una persona que estableció una vinculación ansiosa en la infancia desarrolla una relación con alguien que le da seguridad, le enseña con su comportamiento que algunas personas están ahí cuando las necesita y muestra un conducta estable, puede estar ayudando a su pareja a cambiar hacia un estilo más seguro.


De hecho, incluso en los niños más pequeños puede producirse un cambio en sus patrones de vinculación, sobre todo si la madre modifica su comportamiento de manera consistente (no sólo una o dos veces).

1 comentario:

Jacques Hauzeur dijo...

yo soy así y me es duro reconocerlo. leí otro articulo muy acertado y se que tengo ciertos problemas, que puedo hacer..Me gustaría ir al psicologo, pero no gano lo suficiente como para pagar uno y por otro lado el horario de oficina no me daría tiempo para ir en horario regular.