martes, 31 de marzo de 2009

Estilos de vinculación en los adultos.

Vínculo afectivo seguro.

Estas personas se sienten a gusto en las relaciones, las valoran y pueden mostrar tanto intimidad como autonomía.

No temen a la proximidad y son los que más probabilidades tienen de sentirse felices y confiados en sus relaciones. No les preocupa en exceso el rechazo o estar solos y experimentan baja ansiedad ante la posibilidad de una ruptura. Se sienten cómodos con la dependencia que suele implicar una relación íntima. Buscan más apoyo de sus parejas cuando las necesitan que los inseguros y también les dan más apoyo. Expresan abiertamente sus preocupaciones y no suelen usar estrategias defensivas o destructivas para solucionar los problemas, sino estrategias de resolución de conflictos que impliquen compromiso. Ven a sus parejas de forma más positiva que los inseguros tras una discusión, de manera que los problemas en la relación pueden proporcionar a los individuos seguros una oportunidad para construir la confianza mutua, mientras que en los inseguros incrementa las dudas e inseguridades. Piensan que gustan a la gente y que la mayoría de la gente tiene buen corazón. Creen que el amor romántico puede durar. Sus relaciones se caracterizan por una mayor duración, confianza, compromiso e interdependencia que en los inseguros.

Vínculo afectivo evasivo.

La huida.

Temen la proximidad, desconfían de los demás y no se sienten a gusto con la intimidad y la dependencia. Afirman que a menudo sus parejas desean más intimidad de la que ellos pueden darles. Se consideran personas que no se dan fácilmente a conocer. Piensan que el amor romántico rara vez perdura y que es raro encontrar a alguien de quien poder enamorarse. Para ellos es muy importante la independencia y la autosuficiencia. En los momentos de estrés, temor, etc. tienden a buscar menos apoyo de sus parejas cuanto mayor sea su nivel de estrés o ansiedad, al contrario de lo que sucede con los individuos seguros. A pesar de esto, pueden sentirse mejor cuando su pareja les da su apoyo. Del mismo modo, cuanto peor se sienta su pareja menos apoyo le darán. Sin embargo, aunque estas personas dan poco, piden poco y huyen de la intimidad, esto no quiere decir , necesariamente, que algunos de ellos no deseen las tres cosas. Simplemente se trata de estrategias defensivas debidas a que en el fondo esperan ser rechazados tarde o temprano.

Mejor no recordar: sacar de la mente el odio y el amor

Cuando se les pidió que recordaran algo triste, las personas con este tipo de vinculación hablaron de acontecimientos que contenían solamente elementos de tristeza pero no de ansiedad o rabia, que tendían a estar presentes en los recuerdos de personas con vinculación segura y, sobre todo, en los ambivalentes. También tardaron más tiempo que los demás en recordar momentos en los que se sintieron ansiosos o amados en sus actuales relaciones. Es decir, estas personas tienen tendencia a alejar de su mente o minimizar cualquier cosa que tenga que ver con sus relaciones de pareja. Así mismo, evitan más los besos, las caricias, hablar abiertamente sobre los sentimientos, mirarse fijamente a los ojos, etc.

Dos tipos de evasivos

Dentro de este patrón se han descrito dos categorías, debido a que se vio que se utilizaban principalmente dos formas distintas de evitación, que recibieron el nombre de estilo temeroso y estilo devaluador. Si bien ambos tienden a evitar la intimidad por temor al rechazo, las personas del primer grupo viven esto con una ansiedad alta y temen que sus parejas les hagan daño, mientras que los devaluadores adquieren este patrón para mantener una sensación de autosuficiencia e independencia y tienen un nivel de ansiedad bajo. Son los que tienen más facilidad para reprimir pensamientos y sentimientos perturbadores, mientras que los temerosos no son capaces de conseguirlo, aunque lo intenten.


Debido a esta tendencia a olvidar los aspectos más desagradables, estas personas tienden, en ocasiones, a idealizar a sus padres, a quienes pueden describir como maravillosos, pero sin poder aportar datos (como recuerdos específicos) que lo demuestren. Los evasivos temerosos, en cambio, suelen tener una imagen despectiva de los padres.

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