sábado, 17 de enero de 2009

La anorexia y la vigorexia tendrían un origen genético común


Un nuevo estudio sobre gemelos sugiere que, en los hombres, la obsesión por la talla pequeña y la falta de desarrollo, conocida como trastorno de dimorfismo muscular o vigorexia, tendría el mismo origen genético que la anorexia nerviosa.

En cinco pares de gemelos, cada uno con un varón con anorexia, un equipo de investigadores en Finlandia halló una "responsabilidad familiar" en los problemas relacionados con el trastorno alimentario, como la depresión, el dimorfismo muscular y el trastorno obsesivo compulsivo.

Los resultados sugieren que todos los síntomas tienen raíces genéticas similares.

La anorexia nerviosa no es frecuente en los varones y el avance de la enfermedad casi no se conoce, explicó el equipo dirigido por Anu Raevuori, de la Universidad de Helsinki, en Finlandia.

Para comprender mejor cómo la enfermedad avanza en los hombres y para analizar los factores potencialmente familiares los autores identificaron a los cinco pares de gemelos de entre 2.122 que habían nacido en Finlandia entre 1975 y 1979.

Cada uno de los cinco hombres con anorexia había tenido sobrepeso antes de los 17 años, pero sus gemelos tenían peso normal a los 20.

"El sobrepeso temprano en los varones más vulnerables influía en el comienzo de las dietas, lo que, a la vez, provocaba anorexia nerviosa", escribió el equipo en International Journal of Eating Disorders.

Cuatro de los hombres con anorexia y cuatro de sus respectivos gemelos siempre habían sufrido un trastorno afectivo que, menos en uno de ellos, era depresión grave.

En todos los pacientes con anorexia nerviosa, el trastorno precedía a la aparición de la depresión.

Sólo uno de los participantes con anorexia recibió tratamiento.

Si bien todos se recuperaron de la enfermedad, conservaron algunos síntomas, como dimorfismo muscular, práctica excesiva de levantamiento de pesas y consumo de proteínas y otros suplementos para formar músculos.

Aunque los hombres padecieron anorexia durante un período relativamente corto, según observó el equipo, todos consideraron el trastorno alimentario como "un momento especialmente estresante" de sus vidas.

"Los sentimientos de vergüenza, aislamiento y alienación fueron frecuentes y surgieron del estigma doble de tener no sólo una enfermedad mental, sino también una enfermedad de mujer", concluyó el equipo.

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