sábado, 17 de enero de 2009

Obsesión a mentir

Víctor Ingrassia (La Nación). Faltar a la verdad en forma repetitiva es un problema patológico que suele comenzar durante la niñez

Para el poeta inglés Alexander Pope, "el que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera".

Quizá no sean veinte, pero sin duda ése es el comportamiento de quien no puede dejar de mentir en forma compulsiva y hace de esto un hábito de vida.

Si bien la mentira forma parte del ser humano desde su niñez, la conducta repetitiva de faltar a la verdad desde que uno tiene uso de razón deja de ser normal y se convierte en un problema patológico que hoy puede resolverse con la terapia adecuada.

"La compulsión es la base de todo tipo de trastorno obsesivo y la mentira repetitiva está relacionada con problemas en personalidades inflexibles y de conducta rígida", afirmó el doctor Eduardo Grande, jefe de la División Salud Mental del Hospital General de Agudos Teodoro Alvarez. Según el psiquiatra, la mentira compulsiva es difícil de manejar terapéuticamente porque se oculta tras otras conductas, como la compulsión por el juego o las adicciones.


Según estadísticas de 2005 del Servicio de Salud Mental del hospital, el 92% de los pacientes miente sobre el consumo de sustancias; el 25%, sobre el consumo de alcohol, y el 58%, sobre el juego patológico (ludopatía).

Una marca de la niñez

Aunque la personalidad del mentiroso compulsivo se manifiesta en la juventud o la adultez, los especialistas señalan que es durante la niñez cuando comienza a construirse.

Para el doctor Daniel Alberto Vidal, de la Asociación Argentina de Psiquiatría, mentir de chico "es una creación imaginativa espontánea común en los primeros años de vida, que forma parte del desarrollo psicoevolutivo normal". Como ejemplos señaló el mentir en los primeros diálogos con juguetes o mascotas y en los relatos de la vida cotidiana, que suelen adornar con situaciones y personajes imaginados.

"La conducta del mentiroso compulsivo tiene su raíz en los vínculos más primarios; es decir, aquellos que lo han formado como sujeto. En la niñez se forma su personalidad según la educación y el contexto en el que se vive. Está en constante asimetría con los adultos, por lo que se vale de mentiras inocentes para intentar igualarse", explicó la psicóloga Miriam Mazover, directora del Centro Dos.

Ahora, según la experta, el hecho de que los padres repriman las mentiras de su hijo le impide a éste generar una marca que lo caracterice y le suele dejar un trauma que se dará a conocer en la adultez. "Comienza a operar un mecanismo en la mente que quedó enquistado en la infancia, sin elaborar. Así, la mentira repetitiva toma el lugar del recuerdo fallido y surge en forma inconsciente", agregó Mazover.

Trastornos de la conducta

Según Vidal, existen cuatro tipos de manifestación de la mentira: la hecha en forma esporádica (todos alguna vez mentimos), la evolutiva (de niño), la que se dice como producto de un padecimiento sintomático (para obtener atención gracias a la creación de un falso personaje) y la efectuada como conducta repetitiva. Esta es la mitomanía, en la que se vive para y por la mentira.

"El mitómano utiliza la mentira como conducta de vida, falseando la verdad respecto de hechos, cosas y personas con el objeto de hacer un daño", destacó Vidal, psiquiatra del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UBA.

Para Mazover, existen tres tipos de personalidad donde se asienta esa conducta obsesiva: la psicótica (producto de un delirio), la perversa (la mentira es un instrumento para falsear hechos y dichos) y la neurótica (el otro aparece como alguien que lo tiene todo y se necesita de la mentira para llamar su atención).

Según Mazover, la mentira compulsiva no es un motivo de consulta, pero sí subyace como un problema en el 35% de los pacientes tratados en el Centro Dos.

Cómo prevenir

Una forma de evitar que la mentira se transforme en una obsesión en la adultez es "no castigar a los chicos cuando dicen una mentira menor, ya que es propio de la imaginación infantil y forma parte de su maduración", explicó Vidal, para quien los padres deben explicar las diferencias entre fantasía y realidad.

Destacó, además, que el adulto que padece este trastorno en forma histriónica debe recurrir a terapia.

Pero para poder prevenir, es necesario detectar la conducta a tiempo. En este sentido, dos universidades estadounidenses difundieron en 2005 trabajos experimentales que sugieren que las mentiras podrían detectarse con un estudio de rutina. En uno, científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pennsylvania compararon imágenes obtenidas con resonancia magnética funcional del cerebro de sujetos cuando mentían y cuando decían la verdad. Según los resultados publicados en Nature, determinaron que las mentiras se pueden detectar con un 99% de precisión.

En el segundo estudio, expertos de la Universidad de California del Sur hallaron que el cerebro de los mentirosos compulsivos posee diferencias estructurales respecto de quienes dicen la verdad: en el lóbulo frontal tienen más sustancia blanca que materia gris.

Pero a pesar de que hay quienes aseguran que "todos los hombres nacen sinceros y mueren mentirosos", lo que acaba de leer es cierto... De verdad.

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